El equipo médico que desarrolló esta compleja cirugía. |
El Hospital
Regional Rancagua (HRR) se pone a la
vanguardia en el desarrollo de la cirugía prenatal que corrige el mielomeningocele, conocido genéricamente como espina bífida.
De las14 operaciones que se han realizado a la fecha
en nuestro país, casi un tercio se llevó a cabo en el centro de salud regional,
siendo desde el año 2012 el único hospital de la red pública nacional en
efectuar esta compleja intervención.
La última de ellas se programó para este mes de marzo
y fue materializada -en una paciente oriunda de Concepción- por un equipo
médico de Clínica las Condes y del
Hospital Regional Rancagua, integrado por el Dr. Edgardo Corral, jefe del Servicio
de Obstetricia y Ginecología; el Dr. Franco Ravera, jefe de Neurocirugía y la Dra.
Mirta Tapia, anestesista.
Según explicó el Dr. Corral, el mielomeningocele es un defecto congénito no letal pero
discapacitante, que aqueja aproximadamente
a 1 de cada 1.000 nacidos vivos, y consiste en el cierre inicial defectuoso de
la columna vertebral y la médula espinal.
“Este
defecto de cierre muy precoz hace que la medula
espinal sin protección, quede expuesta en la etapa prenatal al traumatismo crónico contra las paredes
uterinas. Además, existe un daño químico
directo, pues el líquido amniótico es orina fetal y está en contacto directo con la
médula”.
El Dr. Ravera explica el proceso: “una vez abierto el útero y utilizando
visión microscópica, se repara la disrafia o columna abierta. Se repara por
planos, primero la médula espinal, después la cubierta de la médula.
Posteriormente, se reparan los planos más superficiales, el músculo y luego la
piel. Todo esto dentro de un espacio no mayor a 2 centímetros”.
La operación de espina bífida prenatal es poco frecuente
por su complejidad. Sólo se efectúa en Estados Unidos, en muy pocos países de Europa
y en algunos países latinos como Brasil y Colombia. Sin embargo, apoyados
en la experiencia del grupo de
Clínica las Condes, el equipo médico del hospital regional efectúa esta
intervención, principalmente por los beneficios que demostró el ensayo
controlado, doble ciego publicado el año
2011 en Estados Unidos con casi 200 casos.
“Con esta técnica existe una disminución del 50% en la necesidad de instalación de una
válvula derivativa posnatal. Cuando estos niños se operan en forma postnatal, además del cierre en la columna, hay que
ponerles en una segunda operación, una válvula, para drenar el liquido céfalo
raquídeo y evitar la hidrocefalia progresiva”,
aseguran los especialistas.
Otro objetivo de esta operación es evitar la
herniación del tronco cerebral, ya que por un fenómeno hidrostático, esta
porción del cerebro desciende hacia la
columna, enclavándose y provocando la muerte. Esta condición se conoce como malformación de Chiari.
Así, gracias a esta operación prenatal, en el largo
plazo estos niños tienen una mejora
sustancial desde el punto de vista cognitivo y de sus funciones motoras. No
sólo disminuye el daño neurológico del paciente, sino que además reducen los
costos financieros que se traducen en menos cirugías adicionales, menos uso de órtesis,
o días adicionales de hospitalización.
Operación
de alto riesgo
Sin embargo, también existen complicaciones, las que se originan principalmente
por el aumento de parto prematuro y por la cicatriz debilitada que queda en el cuerpo úterino al
momento de la intervención.
“Esta
es una cirugía de alto riesgo y requiere de un equipo médico muy organizado y comprometido.
Integrado por una unidad obstétrica, con experiencia en el manejo del parto
prematuro en un útero grávido con alto riesgo de sangrado;
un equipo neuro quirúrgico, con experiencia en la reparación de espina bífida, y además, un equipo de anestesistas,
preparado para el manejo intra operatorio de la relajación uterina, del manejo del
dolor fetal y materno y del monitoreo post operatorio”,
comenta el Dr. Corral.
La Dra. Mirta Tapia comparte dicha opinión: “La intervención implica un manejo
anestésico muy complejo, con uso de muchos medicamentos para tratar a una
paciente no habitual, ya que está embarazada y con muchas
alteraciones fisiológicas. Además, lleva
un feto en su vientre, por lo tanto, hay que mantener a los dos en un plano tal
que permita al cirujano hacer la incisión y reparar sin molestia o dolor para
ellos”.
ESPERANDO
A TOMÁS
La pareja de penquistas conformada por Ángela
Troncoso (31) y Ricardo Oliva (32), se enteraron en un examen ecográfico de rutina
que su pequeño Tomás tenía como diagnóstico una espina bífida lumbosacra. Si bien la noticia fue difícil de asumir en un
principio, hoy están esperanzados, más aún, sabiendo que la intervención efectuada
a las 25 semanas de embarazo, resultó sin complicaciones.
“Tuvimos
una muy buena acogida en el Hospital Regional Rancagua. El equipo médico y todo
el personal nos recibió muy bien, nos explicó la operación y respondió todas
nuestras inquietudes.
Siempre confiamos, pues sabíamos que esta era la cuarta
intervención de este tipo que realizaba el equipo médico. Sólo nos queda esperar
cómo evoluciona el proceso”, dijo la joven madre.
En estas condiciones, el Dr. Edgardo Corral proyecta
así, el futuro del equipo médico en el contexto de la cirugía para espina
bífida. “La mirada nuestra es elaborar y
presentar un proyecto al Ministerio de Salud, para convertirnos en un centro de
referencia nacional de cirugía de este tipo. Sin duda, que las instalaciones
del nuevo hospital más el apoyo que hemos tenido de nuestras
autoridades locales, nos facilitan este
tipo de desafíos, es por eso que seguiremos trabajando para perfeccionar esta y
otras técnicas de terapia fetal”.